Un viaje a la arqueología bélica de ataque de la Batalla de Belchite

Las huellas de la contienda visibles en el municipio zaragozano permiten al visitante trasladarse a finales de agosto de 1937. Ruinas, túneles, bunkers o trincheras -como la conocida como el Mojón del Lobo, desde donde la artillería republicana bombardeó el pueblo durante toda la batalla- todavía permiten imaginar la dureza de la guerra

Desde el pueblo se ven, a simple vista, cuatro amenazantes bocas abiertas en la peña. Por ellas tienen enfilados cuatro cañones. En los días de paréntesis, de tranquilidad, el Mojón parece un monstruo mitológico de cuatro ojos que mirase ceñudo, hipnotizador, al pueblo tranquilo y hacendoso que tiene a sus pies. Cuando… cañonea a Belchite… se ven salir por sus cuatro ojos miradas de fuego, de odio y de muerte…”. Así describía Emilio Oliver Ortiz el Mójón del Lobo en Emociones de un sitiado.

El Mojón del Lobo fue un lugar estratégico. Y es que en este elevado paraje todo quedaba al descubierto en un radio de muchos kilómetros y era imposible ocultarse de su perspectiva vigilante. En este punto, a tres kilómetros de distancia del pueblo viejo de Belchite en dirección a Letux, se instalaron cuatro piezas de artillería republicana. Protegidas por túneles excavados al efecto (que todavía se conservan), estas piezas atenazaron y hostigaron -a base de incesantes bombardeos- a los rebeldes atrincherados en el municipio zaragozano a lo largo de toda la batalla.

Las Brigadas Internacionales también combatieron en Belchite. Para encontrar trazas de la Brigada Lincoln (integrada, principalmente, por voluntarios procedentes de Estados Unidos, Canadá, Irlanda y Reino Unido), hay que acercarse al Santuario de Nuestra Señora del Pueyo. En las trincheras y abrigos de esta posición, los brigadistas soportaron el bombardeo de los Junkers alemanes y 95 minutos de fuego de artillería, cuando, en la primavera de 1938, el ejército franquista lanzó su ofensiva en Aragón.

También sirvió de posición de ataque, la trinchera situada en la Ermita del Calvario, muy cercana al pueblo. Emplazamiento defensivo en principio, una vez tomada por los republicanos fue el lugar que utilizaron para hostigar a los defensores de Belchite. En las paredes de la ermita todavía es posible observar las troneras que abrieron los soldados para vigilar y disparar al enemigo.

Y es que la ruta de las trincheras de Belchite muestra la marca imborrable de un pasado que el visitante todavía puede descubrir. Basta con acercarse a alguna de estas posiciones defensivas y de vigilancia para conocer mejor este capítulo de la Guerra Civil Española.

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