Descanso y gastronomía combinados con historia y naturaleza

Belchite es un lugar perfecto para disfrutar de su variado paisaje y sorprenderse con su historia, pero también invita al descanso y a reponer fuerzas en alguno de sus acogedores establecimientos

Después de una visita al Pueblo Viejo, de un paseo por el olivar, de una jornada en la reserva ornitológica de El Planerón o de una excursión al Pozo de los Chorros o a cualquiera de los parajes que rodean Belchite, la mejor forma de recuperarse es disfrutando de la gastronomía de la zona y descansando en un establecimiento con encanto: El Hotel Oleum.

Ubicado en el antiguo casino del municipio zaragozano, ofrece a los turistas un cómodo y agradable alojamiento en el centro del pueblo. La luz natural que se filtra por sus amplios ventanales -y que inunda cada rincón- confiere a este pequeño hotel de 12 habitaciones una acogedora atmósfera, de la que también disfrutarán sus clientes. Esa grata sensación se puede completar degustando un desayuno con el producto estrella de la zona, que, además, da nombre al hotel: el aceite. Una rebanada de pan de horno de leña con un fino chorro de este oro líquido de sabor afrutado y con ligeros toques de almendra y nuez despierta todos los sentidos y es una buena manera de comenzar el día.

Y para reponer fuerzas a lo largo del día, Belchite pone a disposición del visitante diferentes ambientes y posibilidades gastronómicas, con las que poder disfrutar desde una excelente comida casera hasta unas tapas o un original bocadillo.

Aquellos viajeros que quieran adentrarse en la tradición culinaria aragonesa no pueden dejar de probar el Ternasco de Aragón. El asado es una de las especialidades de la cocina del Restaurante Nuestra Señora del Pueyo (situado en las inmediaciones del pueblo viejo de Belchite junto a la gasolinera), en el que también se pueden degustar otros platos tradicionales con matices de innovación. En La Lomaza (calle San Ramón, 15), la comida casera se materializa en forma de menú y de tapas y raciones. Y si lo que se prefieren son las especialidades a la brasa, el lugar idóneo es El Gavilán (calle San Ramón, 7).

Los apasionados del tapeo pueden pasarse por el Bar Ernesto (calle San Ramón, 6), cuya barra se cubre los fines de semana con más de treinta variedades de tapas, o por el Bar Jesús Obrero (calle Nuestra Señora del Pilar, 17), en el que las protagonistas son las tapas frías, como las anchoas, los tacos de atún, las gambas o los encurtidos. Otra opción es visitar la Night Train Tabern, una taberna temática que ofrece al viajero la posibilidad de disfrutar de su oferta de tapas o de sus innovadores bocadillos acompañándolos de una de sus variadas cervezas.

En definitiva, poder descubrir la historia o el paisaje de Belchite, combinándolo con el disfrute de su gastronomía y de un reparador descanso, es una interesante manera de olvidarse del ajetreado ritmo del día a día.

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