Neveros que rememoran la producción de hielo en Belchite
Su figura es inconfundible. Se trata de una construcción cilíndrica de piedra, de poca altura y con una cubierta abovedada. Y aunque pueda parecer una cabaña celtíbera, no lo es. Es el nevero artificial que se utilizaba en Belchite para almacenar la nieve en invierno y, posteriormente, convertirla en hielo.
Vestigio de otro tiempo, en el que los congeladores eléctricos no cabían en la imaginación, los neveros hicieron posible que la producción de hielo llegara a ser una actividad económica de gran importancia. Las cualidades del hielo y su uso con fines medicinales eran conocidas desde la antigüedad. Ya se tiene constancia de la existencia de neveros en la época romana. Sin embargo, su mayor desarrollo se produjo entre los siglos XVI y XIX, cuando disponer de hielo durante los meses más calurosos comenzó a ser una necesidad. Fue entonces cuando estas curiosas y originales construcciones de piedra se integraron en el paisaje del Campo de Belchite, pasando a formar parte de su Patrimonio Cultural.
En uso hasta los años 30 del pasado siglo (cuando los frigoríficos domésticos y las fábricas de hielo empezaron a extenderse), Belchite también contaba con su propio nevero. De planta circular -la más usual en la comarca para este tipo de edificaciones-, está situado en las cercanías del Seminario. Su construcción exterior que asemeja una cúpula, apenas sobresale unos metros de altura. Sin embargo, el nevero de Belchite posee un pozo subterráneo cilíndrico de varios metros de profundidad, que, además, tiene una característica diferenciadora respecto a otros neveros de la zona: está construido en ladrillo.
En cuanto a su funcionamiento, los trabajos de llenado de los pozos comenzaban en invierno. La nieve se acumulaba en capas que compactaban y aislaban con otras capas de paja, lo que permitía un adecuado posterior troceado para su manipulación o transporte, que se solía hacer por la noche. Para conservar el hielo durante meses, el nevero de Belchite estaba muy protegido del tiempo exterior. En su parte elevada, se abren cinco oquedades, una de las cuáles hace de puerta. Tiene una segunda puerta a la altura del río Aguasvivas, donde estaba situado el canal de desagüe que realizaba la evacuación de agua desde el fondo del pozo.
Su interior no se puede visitar, pero el nevero de Belchite permite al visitante hacerse una idea del enorme servicio que prestaron estas construcciones, que resultaron de gran importancia tanto para el día a día como para la economía de una sociedad, que no es tan lejana.